Hay salas
mágicas en cada ciudad, espacios que saben cuidar los espectáculos que
albergan. Eso ocurre en el Espai Lliure. Allí se puede ver, hasta el 1 de
Junio, uno de los trabajos más maravillosos que ha dado la temporada actual: Informe per a una acadèmia.
El
ex-simio enfundado en su esmoquin, cual Sinatra arrollador, consigue en su
primera réplica que suspendas el juicio. Este viaje no requiere de razón, sino
de sentidos y Benet cuenta con una mirada ensayada para ello. Sus ojos, clavados
en los espectadores des de que sale a escena, te roban todos los inútiles apoyos
a los que estamos acostumbrados para caminar por este mundo con una supuesta
sensación de confort. No sólo tu juicio ha sido suspendido, tú mismo estás
suspendido en lo que pronto descubres es el universo de Peter el Rojo (pseudónimo
del ex-simio): un tablado de madera tan teatral como real.
Vas a ser
su auditorio, pero también su cómplice y su juez. Y en un momento dado, vas a
darte cuenta de que por más que quisieras mantenerte en la distancia de la
butaca, tu también eres Peter. Tu también te has visto modelado por lo que el
mundo ha querido que seamos, tu también has perdido el norte y ya no sabes si
enfadarte con los de arriba o contigo mismo; pero lo que sí que sabes es que
quieres más poesía. El texto de Kafka, escritor alemán que habló como nadie del
ser en transformación en un periodo tan convulso como lo fue el de
entre guerras, rebosa poesía y humanidad y adquiere hoy una actualidad
demoledora; Benet y Xavier Ricart lo saben y es desde ese lugar des de donde
narran su cuento, des de donde se articula toda la artesanía de Informe per a una acadèmia.
El
espacio de Jordi Queralt ayudado con tremenda delicadeza por las luces de Jaume
Ventura encarna la idea de suspensión, de territorio flotante capaz de llegar a
cualquier lugar; la sensación de viaje es inmediata y los paisajes se suceden
como en aquellas camaritas de fotos que traían las fotos incorporadas en el
interior del visor. La escalinata de madera natural acompaña a Peter en su
proceso de transformación a través de un poético juego de cajas y escondites
que lanzan pequeñas dosis de naturalismo en un espacio esencialista y
absolutamente mental. Y como guinda, la voz que hace presente el pasado y que
hace sonar al presente como si fuese pasado: Silvia Pérez Cruz pone su voz y su
música al espacio sonoro de Bazin
y Ciércoles, que cierran el círculo del microcosmos kafkiano-benetiano.
Milagrosamente
ha alargado su estancia en Espai Lliure unos días más, y aunque confío en que
Peter el Rojo tendrá larga vida, os animo a gozar de una buena borrachera de
poesía. ¡Camarero, otra ronda!
http://www.teatrelliure.com
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